Mapa cambio de hábitos
Es muy habitual que nos lleguen a consulta muchos pacientes y clientes con diversos objetivos para mejorar su salud: comer más sano, mejorar su patología, hacer más deporte, caminar más…
Pero por desgracia, algo igual de habitual, es que se produzca una gran fricción al inicio y, posteriormente, sea complicado mantener esos planes a largo plazo. Eso nos suele llevar a la frustración y a sentirnos mal, tanto nosotras mismas como los demás.
Vamos a ver cómo abordar estos casos y mirar la situación desde el ángulo adecuado.
Para conseguir que una actividad aislada se convierta en hábito tiene que haber un proceso. El gran problema es que intentamos introducir muchas actividades complejas y que nos suponen mucho cambio al mismo tiempo. Ésta es una de las claves de que no consigamos los cambios deseados al empezar el año.
El fin último de adquirir un nuevo hábito es lograr hacerlo casi de forma automática. Si nuestras actividades se basan en fuerza de voluntad llega un momento en la que ésta se “termina” y no somos capaces de seguir con esa acción.
Cuantos más hábitos nuevos intentemos introducir al mismo tiempo antes se agota esa fuerza de voluntad. Otro punto muy importante, es que intentamos comprimir un proceso largo casi de un día para otro.
Si piensas en algún nuevo hábito que hayas adquirido en tu vida ha necesitado un proceso. Un ejemplo muy claro es conducir. La primera vez que te montas en un coche tienes que pensar cómo hacer las cosas: meter la llave en el contacto, encender el motor, quitar el freno de mano, pisar el embrague, meter la marcha…
Sin embargo, llega un punto que lo has hecho tantas veces que ni piensas en ello. Tu mente está pensando en otra cosa mientras arrancas el coche.
Esto es un poco lo que sucede con otros hábitos como hacer deporte. Cuando sabes que vas a entrenar en tu casa los lunes, miércoles y viernes de 5 a 6 de la tarde no tienes casi ni que pensar.
Simplemente a las 4:50 ya te estás vistiendo con la ropa de deporte y llenando la botella de agua. Esto solo lo consigues cuando has repetido esta secuencia de actos una y otra vez, igual que lo de conducir. Pero cuando lo haces por primera vez necesitas de toda la concentración para lograrlo.
Todo lo anterior nos explica por qué es tan importante hacer cambios progresivos y no radicales. Aprender cómo adquirir nuevos hábitos y conseguir que se mantengan a largo plazo es el primer paso para cambiar los hábitos de nuestros pacientes en consulta.
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Y, por supuesto, si te gustaría aportar o proponer alguna de tus inquietudes específicas con este tipo de paciente y cliente, no dudes en hacerlo.
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