Alimentación y nutrición en enfermedades autoinmunes, con o sin diagnóstico

Las enfermedades autoinmunes son un conjunto de trastornos que se producen cuando el sistema inmunológico del cuerpo ataca por error a sus propios tejidos, lo que puede generar inflamación, dolor y daño en diferentes partes del cuerpo.

Algunas de las enfermedades autoinmunes más comunes incluyen el lupus, la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal y la enfermedad celíaca.

Aunque la medicación es necesaria en muchos casos, la alimentación y la nutrición adecuadas pueden ayudar a controlar los síntomas, reducir la inflamación y mejorar la calidad de vida de las personas que padecen enfermedades autoinmunes.

En este sentido, es importante trabajar con profesionales de la salud, como nutricionistas y dietistas, que puedan diseñar una dieta personalizada para cada paciente.

En este post, vamos a explorar diferentes herramientas y estrategias que pueden ser útiles para acompañar a pacientes con enfermedades autoinmunes en su camino hacia una alimentación y nutrición saludables.

Estrés

El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que nos generan tensión o ansiedad, pero cuando se vuelve crónico puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental. A continuación, vamos a hablar sobre algunos errores cotidianos que pueden aumentar el estrés, así como los síntomas físicos que pueden aparecer como consecuencia del mismo.

Uno de los errores más comunes es no tomarse el tiempo suficiente para relajarse y desconectar de las responsabilidades diarias. El hecho de estar constantemente conectados a dispositivos electrónicos, como smartphones y ordenadores, puede aumentar la sensación de estar siempre «en alerta» y contribuir a la aparición de síntomas como la fatiga, la falta de energía y el dolor de espalda.

Asimismo, el estrés crónico puede manifestarse en el cuerpo a través de dolores musculares, aumento de la presión arterial, disfunción sexual, falta de libido e indigestión. Además, algunas personas experimentan cambios en su apetito, ya sea aumentando el consumo de alimentos poco saludables o disminuyendo el mismo.

Es importante tener en cuenta que el estrés agudo (es decir, el que se experimenta en situaciones puntuales) puede tener un efecto estimulante en el apetito, mientras que el estrés crónico puede tener un efecto contrario. En este sentido, es fundamental aprender a reconocer los síntomas del estrés y tomar medidas para reducirlo, como practicar técnicas de relajación, meditación y ejercicio físico.

Antioxidantes

Los antioxidantes son moléculas capaces de prevenir o retardar la oxidación de otras moléculas, lo que es fundamental para mantener una buena salud física y mental. La oxidación, o pérdida de uno o más electrones, es un proceso que se produce cuando los radicales libres y las sustancias pro-oxidantes atacan las estructuras del cuerpo y las deterioran. Los radicales libres son muy reactivos y se propagan con mucha facilidad, lo que se conoce como estrés oxidativo.

Los antioxidantes se unen antes que las estructuras corporales a estos radicales libres, impidiendo que hagan daño al cuerpo. De esta manera, son capaces de inhibir la formación o producción de radicales libres o pro-oxidantes, así como de favorecer su eliminación.

Si hay un equilibrio entre los oxidantes que se producen en el cuerpo o que vienen de fuera y el consumo dietético y la formación de antioxidantes dentro del cuerpo, todo va bien. Sin embargo, si hay un desequilibrio, puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades como la de Alzheimer, la de Parkinson, el accidente cerebrovascular, la enfermedad cardiovascular, la artritis, las cataratas o el envejecimiento (aún no del todo claro).

Además, los antioxidantes no solo son importantes para la salud del cuerpo, sino que también pueden retrasar la oxidación de los alimentos, lo que los hace durar más tiempo y mantener su sabor y valor nutricional.

Vitamina D

La vitamina D es esencial para la salud ósea y su principal fuente es la exposición solar. Los rayos ultravioletas de tipo B, con una longitud de onda entre 290 y 310 nm, son los que activan la producción de vitamina D en la piel.

Es recomendable exponerse al sol entre 5 y 30 minutos, dependiendo del color de piel, de 2 a 7 veces por semana, preferentemente entre las 10:00 y las 16:00 horas en invierno en Andalucía y Canarias, y todo el año en el resto de España.

Se debe evitar el uso de protección solar con factor de protección mayor de 15 ya que anula la producción de vitamina D, pero si se va a estar expuesto al sol por más de 30 minutos, se debe aplicar protección solar.

Es importante evitar el eritema solar y aplicar crema tras el mismo. Se estima que se produce 1 ng de colecalciferol por centímetro cuadrado de piel expuesta al sol. Para asegurar la producción de vitamina D, se recomienda tomar una dosis eritemal mínima en todo el cuerpo, que equivale a unos 10.000 a 25.000 UI.

No existe un riesgo conocido de exceso de producción de vitamina D a través de la exposición solar. Sin embargo, los mayores de 70 años pueden producir un 25% menos de vitamina D que los jóvenes, por lo que se les puede recomendar suplementos dietéticos.

La importancia de los omegas

Tanto los ácidos grasos omega-3 (ω-3) como los omega-6 (ω-6) son componentes importantes de las membranas celulares y son precursores de muchas otras sustancias en el cuerpo, como las involucradas en la regulación de la presión arterial y las respuestas inflamatorias.

Existe un creciente apoyo para los ácidos grasos omega-3 en la protección contra enfermedades cardíacas y se conocen sus efectos antiinflamatorios, que pueden ser importantes en esta y otras enfermedades (autoinmunes, por ejemplo). También hay un interés creciente en el papel de los ácidos grasos omega-3 en la prevención de la diabetes y ciertos tipos de cáncer.

El cuerpo humano es capaz de producir todos los ácidos grasos que necesita, excepto dos:

  • Ácido linoleico (AL), un ácido graso omega-6
  • Ácido alfa-linolénico (AAL), un ácido graso omega-3

Estos deben consumirse de la dieta y se denominan «ácidos grasos esenciales». ¿Y qué hacemos con todo esto en consulta? ¡En la herramienta lo vemos!

Psoriasis y alimentación

La psoriasis es una enfermedad autoinmune crónica de la piel que afecta a millones de personas en todo el mundo. Aunque su causa exacta no se conoce con certeza, se cree que una combinación de factores genéticos y ambientales puede desencadenar su aparición.

Los síntomas más comunes de la psoriasis incluyen placas rojas y escamosas en la piel, picazón, dolor y descamación. La gravedad de los síntomas puede variar ampliamente de persona a persona, y pueden aparecer y desaparecer en ciclos.

Además de los tratamientos médicos convencionales, algunos cambios en la alimentación y estilo de vida pueden ayudar a reducir los síntomas de la psoriasis. Por ejemplo, se ha demostrado que una dieta rica en antioxidantes, como frutas y verduras frescas, puede ayudar a reducir la inflamación en el cuerpo.

Asimismo, la reducción del consumo de alimentos procesados y grasas saturadas puede ayudar a disminuir la inflamación y mejorar la salud en general. Se recomienda evitar el alcohol y el tabaco, ya que pueden empeorar los síntomas de la psoriasis.

También se ha demostrado que algunos nutrientes específicos, como el omega-3 y la vitamina D, pueden ser beneficiosos para las personas con psoriasis.

Alergia a LTP

La alergia a las proteínas transportadoras de lípidos es un tipo de alergia alimentaria que está en aumento en todo el mundo. Las proteínas LTP se encuentran en muchos alimentos vegetales, como frutas, verduras, frutos secos y granos.

Las personas con alergia a LTP pueden experimentar una variedad de síntomas, desde leves hasta graves. Los síntomas leves pueden incluir picazón en la boca o la garganta, hinchazón de los labios, lengua o garganta, y enrojecimiento de la piel. Los síntomas graves pueden incluir dificultad para respirar, opresión en el pecho, mareos y pérdida de conciencia.

A diferencia de otras alergias alimentarias, la alergia a LTP puede ser difícil de diagnosticar debido a su variedad de síntomas y a la presencia de proteínas LTP en una amplia variedad de alimentos. Los exámenes de sangre y la prueba cutánea pueden ser útiles para diagnosticar la alergia, pero la prueba de provocación oral bajo supervisión médica es el método más preciso para determinar si una persona tiene una alergia a LTP.

Interacción alimento-medicamento

Cuando hablamos de una interacción alimento-medicamento el responsable de la interacción es el alimento y puede modular el efecto de un fármaco. La interacción puede ser debida a factores inespecíficos, es decir, resultantes de la presencia de los alimentos en el tracto gastrointestinal o de una proporción de los componentes de la dieta

También puede darse por algún componente natural o adicionado (aditivos o contaminantes) o incluso por suplementos vitamínicos o minerales.

Las interacciones alimento-medicamento pueden ser provocadas por alteraciones en los mecanismos de absorción, distribución, metabolismo o excreción de los fármacos. Sin embargo, la mayoría de problemas tienen lugar durante el proceso de la absorción del fármaco.

Su resultado podría ser una variación en la biodisponibilidad: un aumento, una disminución o un retraso en el tiempo que se tarda en alcanzar una concentración adecuada del principio activo en sangre.

Vamos a ver cómo manejar esto en la consulta según el tratamiento farmacológico que tenga nuestro paciente.

Artrosis

La artrosis es un proceso degenerativo crónico que afecta al cartílago. Este se encuentra entre los huesos de la articulación y sirve para que no se rocen. A medida que avanza la edad y con ayuda de otros factores de riesgo, el cartílago tiende a desaparecer, haciendo que el roce se produzca directamente entre huesos, provocando dolor y pérdida de flexibilidad de las articulaciones. Se da con más frecuencia en mano, caderas y rodillas.

En esta herramienta hablaremos sobre los factores de riesgo, fisiopatología, síntomas, diagnóstico, tratamientos médicos y nutricionales y mucho más.

Tratamiento del acné

El acné es una afección de la piel que puede ser causada por una variedad de factores, incluyendo la genética, el estrés y los desequilibrios hormonales. Sin embargo, también se ha descubierto que la alimentación juega un papel importante en la prevención y tratamiento del acné.

En general, se recomienda una dieta equilibrada y saludable para reducir la inflamación y promover la salud de la piel. Esto significa aumentar la ingesta de frutas y verduras frescas, granos enteros, proteínas magras y grasas saludables, mientras se limita la ingesta de alimentos procesados, azúcares refinados y grasas saturadas.

Además, se ha descubierto que ciertos alimentos específicos pueden ser especialmente beneficiosos para el tratamiento del acné. Los alimentos ricos en antioxidantes, como los arándanos, las bayas, las nueces y las semillas, pueden ayudar a reducir la inflamación y proteger la piel contra los daños de los radicales libres.

Los alimentos ricos en zinc, como las ostras, las semillas de calabaza y el tofu, también pueden ser beneficiosos para el acné, ya que el zinc es esencial para la producción de colágeno y la reparación de la piel dañada.

Por otro lado, algunos alimentos pueden empeorar el acné. Los alimentos con un alto índice glucémico, como los carbohidratos refinados y los azúcares, pueden aumentar la producción de insulina y causar un aumento en la producción de sebo, lo que puede obstruir los poros y provocar brotes de acné.

Los productos lácteos también pueden estar asociados con el acné, ya que contienen hormonas que pueden afectar la producción de sebo en la piel.

Avances en autoinmunes

¿Quieres conocer la última evidencia científica? Aquí te resumimos los útimos papers sobre autoinmunidad:

Hipertiroidismo

El hipertiroidismo, o tiroides hiperactiva, ocurre cuando la glándula tiroides produce más hormonas tiroideas de las que el cuerpo necesita.

La tiroides es una pequeña glándula con forma de mariposa ubicada en la parte delantera del cuello. Produce hormonas que controlan cómo el cuerpo usa la energía. Estas hormonas afectan a casi todos los órganos del cuerpo y controlan muchas de las funciones más importantes.

Por ejemplo, afectan a la respiración, frecuencia cardíaca, peso, digestión y estados de ánimo. Si no se trata, el hipertiroidismo puede causar serios problemas del corazón, huesos, músculos, ciclo menstrual y fertilidad.

Dieta antiinflamatoria

La dieta antiinflamatoria no existe como tal, podemos hablar de un patrón o protocolo antiinflamatorio que es una forma de alimentación que se enfoca en reducir la inflamación en el cuerpo, la cual se ha relacionado con muchas enfermedades crónicas, como la enfermedad cardíaca, la diabetes y la artritis.

Un protocolo de dieta antiinflamatoria puede incluir los siguientes aspectos:

  • Consumir alimentos integrales: esto significa elegir alimentos frescos y enteros, en lugar de alimentos procesados y refinados. Los alimentos integrales incluyen frutas, verduras, granos enteros, nueces y semillas.
  • Aumentar la ingesta de grasas saludables: las grasas saludables, como los ácidos grasos omega-3, pueden ayudar a reducir la inflamación. Los alimentos ricos en grasas saludables incluyen pescado, aguacate, aceite de oliva y nueces.
  • Limitar los alimentos proinflamatorios: algunos alimentos pueden aumentar la inflamación en el cuerpo. Estos incluyen los alimentos procesados, los azúcares refinados, las carnes rojas y las grasas saturadas.
  • Consumir más antioxidantes: los antioxidantes son compuestos que ayudan a proteger el cuerpo del daño causado por los radicales libres. Los alimentos ricos en antioxidantes incluyen frutas y verduras de colores brillantes, como bayas, brócoli y espinacas.
  • Evitar los alimentos alergénicos: algunas personas pueden tener alergias o intolerancias alimentarias que pueden causar inflamación en el cuerpo. Los alimentos alergénicos comunes incluyen el gluten, los lácteos, los huevos y la soja.
  • Incluir hierbas y especias antiinflamatorias: las hierbas y especias pueden tener propiedades antiinflamatorias. Estas incluyen la cúrcuma, el jengibre, el ajo y el romero.

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